domingo, 10 de marzo de 2013

El ejemplo de la burguesía recurriendo al fascismo para mantenerse en Grecia.
Después de seis años de colapso económico y ajustes brutales, la clase dominante griega ha sido incapaz de contener, desmoralizar o doblegar un movimiento de contestación social cada vez más amplio y radicalizado encabezado por la clase obrera, y que ha puesto encima de la mesa la posibilidad de transformar la sociedad en líneas socialistas. Una parte decisiva de la población ha sacado la conclusión de que bajo la dominación del capital financiero la única perspectiva de futuro es la extensión de los elementos de barbarie ya hoy presentes en la sociedad griega, y no está dispuesta a tolerarlo. De hecho, el país vive una situación prerrevolucionaria. Esta heroica resistencia se está produciendo a pesar de los dramáticos efectos sociales de los recortes, de las múltiples maniobras políticas de la burguesía para tratar de estabilizar un sistema en crisis y del recurso cada vez más frecuente e intenso a la represión estatal y a la acción intimidatoria de las bandas fascistas de Amanecer Dorado (AD).

Incremento de la represión del Estado y de los grupos fascistas
Los capitalistas han sacado la conclusión de que la democracia burguesa ya no es tan eficaz como en el pasado para mantener su dominación; por eso utilizan de forma mucho más descarnada la baza del autoritarismo y la represión, revelando que el apego de la burguesía a los principios democráticos, cuando están en peligro sus intereses fundamentales, brilla por su ausencia. Estas tendencias represivas encuentran una base de apoyo activo en las bandas fascistas y los sectores más reaccionarios del aparato del Estado que no fueron depurados tras la caída de la Dictadura de los Coroneles, en 1974. De hecho, ambos están completamente interrelacionados.
La intensa actividad desplegada por Amanecer Dorado —que tiene como bandera política fundamental el racismo contra los inmigrantes y el odio a la izquierda y que se nutre de los elementos más lumpenizados de la sociedad—, no sería posible sin el respaldo activo del aparato estatal, especialmente de la policía, y la financiación de los empresarios. Es vox populi que en muchas comisarías se recomienda de forma abierta recurrir a los servicios de los miembros de Amanecer Dorado para “resolver” problemas de delincuencia común a cambio de una “voluntaria” donación. El pasado otoño el periódico británico The Guardian publicó un reportaje sobre abusos policiales y la complicidad entre esta formación ultraderechista y miembros de las fuerzas de seguridad. El ministro de Orden Público, Dendias, amenazó con acciones legales contra el diario sin que se hayan hecho efectivas. En el reportaje se denunciaban torturas de la policía a unos quince detenidos en una manifestación antifascista. El abogado de algunos de ellos, Dimitris Katsaris, afirmaba: “Esto no es sólo un caso de brutalidad policial. Esto sucede todos los días a las personas arrestadas por protestar contra el aumento del partido neonazi en Grecia. Este es el nuevo rostro de la policía, con la colaboración de la justicia”. Los testimonios de los detenidos hablan por sí solos del ambiente de reacción que se respira en las comisarías: “me escupieron y me dijeron que iba a morir como nuestros abuelos en la guerra civil”.
En el mismo reportaje, un oficial superior de la policía griega denunciaba que Amanecer Dorado está infiltrado en la policía y que los sucesivos gobiernos y mandos policiales han hecho la vista gorda ante estos “focos de fascismo”, señalando que el Estado, a través del Servicio Nacional de Inteligencia, ha sido plenamente consciente de estas actividades desde hace años. El Estado mantenía a los elementos fascistas “en reserva” para utilizarlos contra la izquierda. Este oficial expresó su convicción de que los grupos fascistas actúan como agentes provocadores en las manifestaciones para generar enfrentamientos entre manifestantes y policía, o incluso entre los propios manifestantes. Según datos que se publicaron inmediatamente después de las elecciones, el 50% de los policías votaron a Amanecer Dorado.
La actuación de estos grupos fascistas cada vez alcanza una gravedad mayor. Se sienten tan impunes que las agresiones han llegado a afectar a los propios diputados de Syriza, como por ejemplo a Dimitris Stratulis, que fue agredido en el mes de diciembre por tres miembros de Amanecer Dorado en el descanso de un partido de fútbol, al grito de “te vamos a matar”. El 4 de enero se organizó un ataque por parte de militantes de AD a un barrio de gitanos en el que participó un diputado de la ultraderecha, que ya había protagonizado otros ataques a inmigrantes, y que mantiene su escaño en el parlamento con total impunidad. El 17 de enero dos de sus simpatizantes asesinaban a un joven paquistaní. Un portavoz de la comunidad paquistaní ha denunciado repetidamente que si recurres a la policía ante las constantes agresiones de AD “te detienen por no tener los papeles en regla”. También señaló que “si un empresario quiere hacerte chantaje, amenaza con llamar a Amanecer Dorado”.
La lucha contra las bandas fascistas de AD no se puede dejar en manos de la legalidad burguesa. Como ocurrió en los años treinta, el Estado capitalista, protege, financia y arma a estas organizaciones. La clase obrera, sus sindicatos y sus partidos, son los que deben encabezar el combate contra estos elementos, a través de comités de autodefensa que se deben crear en las fábricas y barrios.


"Cuando la burguesía ve peligrar su poder recurre al fascismo y a la represión para mantenerse" El ejemplo más claro lo tenemos en los años 30.

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